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Cuba: una sucesión de crisis económicas y financieras en un contexto de fragilización del modelo cubano
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El modelo económico cubano, poco productivo y escasamente diversificado, ya no es sostenible. El país se hunde en una crisis económica, social y energética sin precedentes desde la conmoción que siguió a la caída de la Unión Soviética en 1991. La sucesión de perturbaciones ligadas al colapso de Venezuela en 2019, socio energético clave de Cuba, la pandemia de COVID-19 en 2020 (con el desplome del turismo, de las exportaciones de servicios médicos y de las remesas procedentes de la diáspora) y la guerra de Ucrania en 2022 (que provocó un fuerte encarecimiento de las materias primas importadas) han agudizado las vulnerabilidades internas y externas del país. La financiación del déficit por cuenta corriente sigue bajo presión mientras el país se enfrenta al agotamiento de sus principales flujos de entrada de divisas. El país, sometido a un régimen de sanciones comerciales y financieras por parte de Estados Unidos, que ya se habían endurecido durante el primer mandato de Donald Trump (2017–2021), sufre una nueva vuelta de tuerca. El segundo mandato de Trump probablemente se traducirá en un régimen de máxima presión sobre la isla, con primeras medidas ya adoptadas (prohibición del envío de remesas a la isla a través de Western Union, reincorporación a la lista de Estados patrocinadores del terrorismo, eliminación del programa migratorio CHNV). La espectacular erosión de los salarios reales de una gran mayoría de la población, provocada en particular por la depreciación del peso cubano, que alimenta una inflación sostenida de los productos de primera necesidad, contribuye a su empobrecimiento. En ausencia de seguimiento y cobertura estadística por parte del Fondo Monetario Internacional (FMI), la Unidad de Inteligencia de la revista The Economist (UIE) revisó sus cifras de crecimiento económico para 2024, estimando ahora una nueva contracción del 2% del PIB real (frente a una proyección de crecimiento del +1,2% en octubre de 2024). Para 2025, el EIU proyecta un crecimiento del 0,9%, mientras que Fitch anticipa un nuevo año consecutivo de recesión (-3,5%). La economía cubana, estructurada principalmente en torno a entidades públicas, adolece de numerosas ineficiencias estructurales, vinculadas en particular a las barreras reglamentarias y al peso de las transferencias del Estado al sector público, que distorsionan los precios. Las sanciones comerciales y financieras impuestas por los Estados Unidos dificultan enormemente i) el suministro de bienes de consumo y de capital, ii) el acceso a la financiación externa, iii) la libre circulación de los flujos financieros (entrada de remesas a la isla) y iv) minan la confianza de los inversores y el entorno de negocios. Las reformas impulsadas por el Gobierno cubano en respuesta a ello son insuficientes y avanzan con lentitud.